Montmartre, París
El encantador barrio parisino de Montmartre fue durante mucho tiempo un pueblecito situado a unos kilómetros de París (anexionado posteriormente en 1860) para convertirse en los tiempos actuales en el distrito más carismático de la
El encantador barrio parisino de Montmartre fue durante mucho tiempo un pueblecito situado a unos kilómetros de París (anexionado posteriormente en 1860) para convertirse en los tiempos actuales en el distrito más carismático de la capital, inmortalizado por películas como Amelie.
Es un barrio bohemio, con encanto y no facil de recorrer a pie, ya que tiene notables pendientes.
Estaba caracterizado por sus numerosos molinos perdurando hoy día el célebre Moulin Rouge y el Moulin Galette. Las lineas de metro cercanas son: la 2, la 12, y la 13. La 2 y la 13 tienen parada en place de Clichy; la linea 12 en Pigalle, en el mismo barrio.
Una buena visita a Montmartre puede comprender los siguientes lugares de interés:
– Iglesia de St Pierre: Conocida por ser la más antigua de París, fue consagrada el 21 de abril de 1147 por el Papa Eugenio III y conserva una parte románica de una gran belleza.
– Place du Tertre: esta pequeña plaza, situada en lo más alto de la colina, es una reminiscencia del antiguo pueblo y se respira todavía una atmósfera bohemia y cálida debido a la presencia de los numerosos bares pintorescos (aptos para todas las economías), en donde la gente permanece sentada durante horas y parecen no tener nada que hacer, entablando conversación aunque no se conozcan de nada.
Los artistas presentan sus obras y retratan a los turistas que así lo desean, los precios oscilan entre los 15 y 100 €, algunos, no todos, admiten tarjeta de crédito.
Éste es el lugar de encuentro y reunión de los habitantes del barrio (para algunos de ellos Montmartre no se ha anexionado todavía). Artistas tan famosos como Pissarro, Cézanne, Manet, Van Gogh, Toulouse Lautrec, Degas, Renoir, Picasso y otros vivieron, en diferentes épocas, en la casa donde hoy se encuentra el Montmartre Museum. Es una plaza tal vez demasiado turística pero digna de conocer.
– Place Pigalle: el erotismo está presente en esta plaza gracias a sus teatros y cabarets, por sus tiendas de música o los sex shops (los hay hasta de tres plantas). El lugar más conocido: el Moulin Rouge. Pigalle es la zona roja de París, para algunos puede tener un ambiente algo intimidante.
– Moulin Rouge: Data de una época (1889) en la que la población tenía necesidad de relajarse y pensar en cosas que no fueran la guerra. Muchos artistas han encontrado aquí su inspiración, el más famoso de todos Henri de Toulouse-Lautrec, quien inmortalizó a las bailarinas con su sensual “can can”, haciendo famoso el cabaret por todo el mundo.
Hoy día todavía se puede presenciar el espectáculo, los precios son: sin cena aprox. 75 € y con cena desde 140 €. Por la noche iluminado está muy bonito, aunque hay que decir que tiene una estética de otra época y puede parecer incluso cutre a los ojos del turista actual, así que hay que hacer un ejercicio de imaginación y comprender el significado de este lugar en la época de entre guerras.
Desde el Moulin Rouge coges la “Rue Lepic” cuesta arriba y a pocos metros se encuentra la cafetería “Les Deux Moulins”, es la cafetería donde trabajaba “Amelie” en la película tal y como aparece.
Si quieres reservar entrada para la cena y espectáculo en el Moulin Rouge sigue este enlace.
– El Sacre Coeur: La construcción del templo, en la parte alta de una colina, se situa en el siglo XIX (año 1870 aproximadamente). Por entonces Francia estaba sumida en grandes dificultades: a la guerra con Alemania, hay que añadir una hambruna generalizada.
Por otra parte, las relaciones con el Vaticano no eran buenas. Se extiende la idea de que la situación extrema es un castigo de Dios, con lo que era necesario construir un templo para implorar el perdón divino por las faltas cometidas. El templo fue sufragado con el dinero de todos los parisinos, cuyos nombres y aportaciones se encuentran grabados en la piedra.
La Basílica es más impresionante por fuera que por dentro (aunque también merece la pena ser visitada), es de un blanco luminoso y resplandeciente porque está construida de una piedra especial que con el agua segrega una sustancia blanca, así que mientras más lluvia más blancura.
Además de la iglesia por dentro, hay que subir hasta alcanzar la Torre para disfrutar de la magnífica vista, desde ahí se pueden hacer fotos espectaculares.
Como consejo práctico, decir que se puede subir a la colina donde se encuentra el Sacre Coeur a través de un funicular, evitándote las innumerables escaleras que hay desde abajo. Además el funicular está incluido en la red de transportes públicos, así que un ticket de autobús o metro sirven.